lunes, 21 de octubre de 2013

Comentario del documental `El Juego de la Muerte´

Nos preguntamos, ¿todo vale en televisión, y hasta qué puntos somos capaces de obedecer?
Está claro que en cierta forma, la TV nos puede manipular para que compremos, gastemos, tiremos y volvamos a comprar, es un gran elemento de propagación de ideas. El simple hecho de que escuchemos un comentario o una opinión de una persona que sea o se haga pasar por un experto puede hacer que nosotros mismos seamos partidarios de esa idea (aunque ayer tuviéramos la contraria) por el simple hecho de que alguien lo dijo en la TV.
Constantemente podemos ver programas donde se expone la vida privada, las penas, las glorias, situaciones de la vida cotidiana (si la Pantoja va sin peinar o en chándal a hacer la compra, etc) solo por ganar o perder audiencia.
Programas como Gran Hermano, La Isla de los Famosos, El juego de tu vida son ejemplos donde las personas se exponen para tomar fama o conseguir dinero; exponiendo para ello su vida privada y la de familiares y amigos.
Yo pienso que tal vez todo valga, pues lo considero un simple elemento de entretenimiento ya que para mi estos programas y algunos otros son iguales de reales que los `Simpson´.
El Juego de la Muerte nos muestra como esos concursantes obedecen y acatan las órdenes de la presentadora, a pesar de no tener ningún beneficio,  porque se lo dicta lo que cree que es un poder superior, la TV. El público tampoco muestra ninguna oposición a tal espectáculo por la misma razón.
Esta sumisión es causa tristemente de la sociedad la que nos encontramos. Generalmente cada cuál busca su propio beneficio sin importar lo que ello puede acarrear. Son muchos los que podemos estar en contra de una situación, ley, etc, pero muy pocos los que somos capaces de alzar la voz. Es más fácil seguir la corriente del rebaño que intentar tomar el sentido contrario. Tal vez sea por el pesimismo del tiempo en el que nos encontramos, por resignación o por el simple hecho de que así son las cosas y así se tienen que hacer.
Yo no lo sé, solo tengo 16 años y por ahora me debo al mandato de mi familia.

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