domingo, 23 de marzo de 2014

La pata de mono, W. W. Jacobs

Se nos presenta a la familia White, una familia normal e inmersa en los quehaceres de la vida cotidiana, en un lugar llamado Laburnum. Una vida tranquila y apacible hasta que un día entran en posesión de una pata de mono que concede tres deseos a su propietario. Morris, un sargento amigo de la familia, llega un día mientras padre e hijo se encuentran inmersos en una partida de ajedrez. Entonces les contó una historia sobre una pata de mono que tenía y que al parecer concedía tres deseos. El señor White quería tener aquella pata aunque el sargento tenía la intención de que se destruyera, a lo que el señor White se negó. Morris le cuenta que el cumplimiento de los deseos conlleva ciertas desgracias y que ya han sido algunos hombres los que han padecido las desdichadas consecuencias de sus deseos. Incluso les comenta que el último que utilizó la pata llegó a pedir como último deseo su propia muerte. El señor White hizo oídos sordos ante estas advertencias y pidió como deseo doscientas libras para costear la hipoteca de la casa. Al día siguiente, llegó un hombre a informarles de que su hijo había fallecido aplastado por unas máquinas en el trabajo y que como compensación la empresa les indemnizaba con doscientas libras.


Dos semanas después, la señora White, hundida por la tristeza de la muerte de su hijo, le pide a su marido que pida el segundo deseo para que su hijo vuelva a la vida. El se niega a volver a usar la pata de mono, y es la mujer la que pide el deseo. Momento en que se oye sonar la puerta y ella corre trastornada a abrirla ante la negativa del señor Morris que quiere impedírselo. Es mientras ella intenta abrirla cuando él formula el último deseo en el instante en que abre la puerta para comprobar que no hay nadie.

El que estén jugando al ajedrez, nos reafirma que los tres deseos no pueden ser independientes, ya que en el juego todo movimiento condiciona la siguiente jugada. Así, la pata de mono no concede tres deseos, sino solamente uno. El segundo deseo viene a enmendar el daño causado por el primero y el tercero es pedido para anular el segundo por miedo a que pudiera traer consecuencias peores que el primero. Con lo que como ya he dicho, sólo cumple un deseo.

Podemos llegar a pensar que la pata de mono tenía verdaderamente poderes y era capaz de conceder cualquier deseo que se le pidiese, con su precio a pagar, pero capaz de hacerlo realidad. Pero también me ha surgido la incógnita de que todo fuera por casualidad. Y que el hecho de la muerte del hijo después de la petición del deseo no fuera sino un capricho del destino, puro azar. ¿Cuántas veces no estamos viendo un sorteo de lotería y decimos: “Ahora sale el 3” y va y sale el 3? ¿Quién no pensaba en llamar por teléfono a alguien justo cuando esa persona te estaba llamando a ti? ¿Cuántas conversaciones hay de cosas aparentemente imposible que se acaban convirtiendo en realidad? Es en este caso, donde creo que la situación después de la muerte del hijo y de los dos últimos deseos son consecuencia de la tristeza y la locura de la madre por aferrarse a algo por recuperar a su hijo.


El cuento nos enseña que no existen las cosas fáciles y que todo conlleva un sacrificio. Nadie ni nada nos va a conceder lo que nosotros deseamos sin pedirnos o quitarnos algo a cambio. También nos puede mostrar, pienso, la importancia del azar en nuestras vidas. Durante la lectura del relato, yo misma, me he planteado el hecho de que si pudiera pedir un deseo, ¿cuál sería? Difícil la respuesta.


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